miércoles, febrero 08, 2012

De one

No te da respiro.

Así es la vida que no tiene la más mínima piedad por dosificarte la medicina. Marche un tónico para la constipación, es feo, mejor. Marche una inyección de adrenalina. ¿Anestesia? No, darling, la vida no trabaja con obras sociales.

Mordé algo, si querés.

Y está bien que así sea porque las alegrías también vienen sin red. Tsunami de gozo que hay que estar bien plantado para no dejarte arrastrar por el oleaje de felicidad.

Apenas me despego de mi símbolo de amor, Catalina y me entero que una amiga tiene que aplicarse dosis de energía positiva mezclada con su quimio para salir a flote. Otra, que parte sin decir adiós, en un accidente de tránsito, llevándose a su nieto de 4 años y su madre a punto de desencarnar.

Y al final del día el Flaco se nos adelanta y se va de gira con Pappo y Luca.

Lo misterioso es el excelente diseño de la vida. Sin la recién llegada Cata, todo lo demás hubiera sido una piedra al cuello en el riachuelo. Sin mi amiga, la que le tocó partir, no habríamos trabajado tan intensamente el alma, la conexión y el costadito derecho del cerebro.

Y se me ocurrió recordar nuestro último aquelarre.

En uno de los absurdos feriados puentes propuestos para que la gente gaste mucho en lugares de veraneo, nosotras tomamos mate y comimos ensaladas en la casa de una amiga en Monte Grande. En el barrio es conocida como La Casa del Ángel, porque tiene un querubín en bajo relieve en la puerta. Toda la tarde fue de almuerzo ligt, mates con masas y budines (no-light) y dibujos de mandalas. Por la noche, luego de ubicar los fanales, antorchas y velas en la pileta, arrancó la meditación, la primera que guié en el grupo. Todas quedamos muy elevadas, pero nuestra amiga quedó tirada entre los almohadones baldeándose el espíritu de adentro para afuera. Feliz, agradecida, movilizada. Viviendo el regocijo de perdonar y ser perdonada. Libre.

Como el Flaco.

La amiga que está sosteniendo la antorcha como maratonista de fondo de la vida que es, necesita de todo mi apoyo, que gracias a tan bellos ángeles puedo y quiero dar. Quién me ha visto y quién me ve, de ballena encallada remolcada por greenpeace, a sostenedora de escaleras.

No, nada de goteritos, de un trago hay que tomarse la vida, porque ya no queda tiempo para mariconadas.

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